En estos tiempos en los que tan de moda se están poniendo los entornos naturales en los angostos valles de las sierras interiores, con recorridos senderistas paralelos a los curso de agua que los forman, muchas veces ayudados por pasarelas y ayudas técnicas, como cadenas o apoyos metálicos, cuesta entender que los hocinos del curso alto del río Martín no esté más visitados. Por lo menos, en estos días, hemos estado solos.
El río Martín toma forma en las proximidades de Martín del Río, en la provincia de Teruel, a partir de los arroyos que bajan de los montes próximos, excavando profundos cañones, desfiladeros en los que ha veces se forman estrechos pasos, que según los lugares se llaman hoces, foces o, como en este caso, hocinos.
Son lugares bellos e interesantes de recorrer. Aunque como hemos podido comprobar, el poder hace los recorridos depende de los caprichos del agua a la hora de modelar el paisaje, lo cual hace que la morfología del mismo, y su accesibilidad, se vea modificada con frecuencia.
Además del paisaje natural, hemos paseado por Martín del Río, donde hemos estado alojados en… una casa rural… porque está en un pueblo. No. No es una casa “de turismo” rural, aunque hoy en día la gente se olvida de las dos palabras del entrecomillado. Es una casa de unos amigos, segunda vivienda en el pueblo de origen de su familia, bien arregladita y acogedora.
Como uno de los hocinos, el llamado de la Rambla o de las Televisiones, por la forma de sus pozas, no estaba accesible, también fuimos a Peñas Royas, un núcleo urbano perteneciente al municipio de Montalbán, que también admite el topónimo Peñarroyas. Y el nombre lo recibe de las formaciones rocosas del Triásico, de color rojizo, que dan belleza y espectacularidad al paisaje.
Poco hay que decir del equipo fotográfico que me he llevado a esta excursión de naturaleza y paisaje. La cámara que voy llevando durante todo el año a los viajes, la Panasonic Lumix G9 Mark II. Salvo al norte de Alemania, que me llevé la más ligera Olympus OM-D E-M5 Mark III. La Lumix G9 II es ligera también, aunque no tango, y muy eficaz. Muy ágil. Muy robusta. Y si se tercia, también es muy eficaz en fotografía de animales.
No obstante, no me llevé el objetivo de focal variable con focales más largas. Como equipo principal, la fiable pareja formada por el Olympus M.Zuiko Digital ED 12-40 mm f2.8 Pro y el Panasonic Lumix G Vario 35-100 mm f2.8 Power OIS II. Protegidos contra la intemperie, el segundo de ellos estabilizado, ligeros teniendo en cuenta que cubre entre ambos un intervalo de focales entre el gran angular y el teleobjetivo medio, permiten hace un porcentaje elevado de las fotografías.
No obstante me he llevado también dos ópticas fijas. Para entornos más urbano y en los deplazamiento, el muy compacto Panasonic Lumix G 20 mm f1.7 ASPH, que va muy bien, aunque podría tener mejor comportamiento cuando alguna luz intensa entra en el encuadre. Y cuando es preciso, un super gran angular, el Venus Laowa 7.5 mm f2 MFT.
Han sido un par de días muy agradable, con buen tiempo, buena armonía, naturaleza y aire libre, y fotografía… que podrían ser mejores. Pero está el viejo dicho de que un paisaje hermoso y espectacular no siempre está en condiciones de ofrecen fotografías espectaculares. Depende de la luz, del punto de vista, y de la capacidad que tengamos para eliminar elementos superfluos. Y estos cursos fluviales tan estrechos, con frecuencia presentan un paisaje abigarrado. Pero es lo que hay.