El día 5 de marzo es festivo local en Zaragoza. Uno de los pocos festivos locales que no tiene su origen en una festividad católica… más bien al contrario, hasta cierto punto. No voy a entrar ahora en el origen de esta fiesta. En cualquier caso, alguien sugirió unas semanas antes hacer una escapada a Barcelona aprovechando el día para hacer una determinada compra. Pareció bien la idea, con la condición de hubiese algo más en el día. Y nos apuntamos cuatro personas a la excursión.
Fotográficamente, que es lo que aquí interesa, opté por llevar la misma o muy similar configuración que en las recientes escapadas a Madrid (y aquí) y Tarragona. Es decir, basar mis fotografías en un par de rollos de película fotográfica para negativos en color, y utilizar la compacta Sony ZV-1 para tomar alguna fotografía digital para publicar de forma más inmediata en redes sociales y otros medios. No es que yo me mate por la inmediatez absoluta. No soy de los que mando desde el lugar donde estoy la foto del “estoy aquí y ahora, tenme envidia”. Para eso, usaría el teléfono móvil. Prefiero esperar un poquito y subir alguna fotografía de más calidad, realizada con una cámara “de verdad”.
No quiero despreciar las cámaras de los teléfonos móviles. Su calidad es muy razonable para un uso casual. Y en manos conocedoras, para más que eso. Y cuentan además con la ventaja de las posibilidad de la fotografía computacional. Que paradójicamente está relativamente desaprovechada por ese usuario general que ya no compra cámaras fotográficas y a quien va dirigida este tipo de fotografía. Pero yo prefiero usar una herramienta destinada a eso… a hacer fotos… o similar.
O similar, porque la Sony ZV-1 fue una cámara más pensada para el vlogging que para la fotografía. Es decir, para realizar con comodidad vídeos de razonable calidad, en los que con razonable comodidad pudiese incluirse la persona en los mismos sin necesidad de ayuda de terceros. De entrada no me interesó, pero después de leer unas reseñas de la cámara, me di cuenta que podía ser una compacta viajera bastante competente, de las que se llevan en el bolsillo.
No voy a negar que su tamaño y su sencillez, impiden las posibilidades de cámaras de sistema más grandes y más configurables. Pero es un excelente bloc de notas, que permite una notable calidad, con su sensor de los llamados de 1” o tipo 1 según otros. Estos sensores tienen un tamaño de 12.8 x 9.6 mm, con una diagonal de 16 mm, 2.7 veces inferior a las full frame, 1.35 veces inferior al micro cuatro tercios, por mencionar los dos sistemas que más uso. Pero bastante más grande que los de los teléfonos móviles. La única pega a la imagen es que la gestión de los colores, como es infame en Sony, es regular.
Normalmente la uso en modo Programa, ya que la profundidad de campo es tan amplia que no merece la pena complicarse mucho la vida con la gestión de la apertura. Si en un momento dado quiero desenfocar el fondo y la escena lo permite, tiene un botón que inmediatamente elige la apertura más abierta. Suficiente. Con la posibilidad de corregir la exposición, ya se garantizan las fotografías técnicamente correctas. Y a pesar del reducido tamaño del sensor, es utilizable hasta ISO 1600, y tiene una estabilización óptica integrada muy competente, que permite usar velocidades de obturación muy bajas e ISO también bajo. El objetivo es equivalente en focal a un 24-70 mm, muy polivalente, y las aperturas máximas oscilan entre f1.8 en gran angular y f2.8 en tele corto.
Ayer el plan fue sencillo. Cuando llegamos, directamente cogimos una combinación de trenes de cercanías que nos llevó a la Colonia Güell, en Santa Coloma de Cervelló, colonia industrial modernista con una iglesia firmada por Antoni Gaudí, incluida en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. En las horas centrales del día volvimos al centro de Barcelona, donde hicimos nuestra compra y comimos. Por la tarde, aprovechando que el tren de vuelta era a las 20:00 horas, nos fuimos a pasear a la orilla del mar en Sitges. De forma relajada. Y aquí, fotos con la pequeña Sony ZV-1, ya descatalogada. Hay una sustituta, pero es mucho menos interesante para el fotógrafo. Mira que se dice que lo que no está estropeado no lo arregles…