La pasada Cincomarzada nos fuimos a Barcelona. Como ya comenté en mi Cuaderno de Ruta, una amiga tenía que ir de compras a la Ciudad Condal, y propuso aprovechar el festivo local en Zaragoza para ir en grupo y hacer otras cosas. Al fin y al cabo, hacer las compras y comer nos supuso poco más de un par de horas. Así que había tiempo para más cosas con las mejores ofertas de la alta velocidad para ese día, que suponían salir a las ocho de la mañana de Zaragoza y a las ocho de la tarde de Barcelona para la vuelta.
Además de algunas fotografías para compartir de una forma más o menos rápida en internet y en las redes sociales, como ya comenté, con la Sony ZV-1, me centré principalmente en la fotografía con película fotográfica tradicional. Para ello me llevé la fiel Pentax MX que, como ya he comentado en otras ocasiones, tiene un tamaño lo suficientemente contenido para que no resulte intrusiva mientras paseas por el mundo.
A ello colaboran también su compactas ópticas. Me lleve tres objetivos, aunque solo usé dos. Los dos que usé, y que suelen ir en un bolsilla de la chaqueta o chaquetón, o incluso del pantalón, son el SMC-M 28 mm f3.5 y el SMC-M 50 mm f1.4, ambos fabricados por Asahi Pentax. Además eché a la mochila, por si acaso, el Ricoh XR Rikenon 135 mm f2.8, pero no lo llegué a usar. No estoy en ese estado de ánimo, el de usar teleobjetivos, y menos uno de focal tan larga como un 135 mm. Pero, vamos. Aunque hubiese llevado en su lugar el SMC-A 100 mm f4 macro de Pentax, es improbable que lo hubiera sacado de la mochila.
Como material sensible, la siempre eficaz Kodak Portra 400, expuesta a un índice de exposición 200, es decir, con un paso de sobrexposición, para atenuar los contrastes, matizar los colores y disminuir el grano, aumentando como consecuencia la nitidez. Y hay que tener en cuenta que la mayor parte del día tuvimos un cielo completamente despejado y sol abundante, por lo que la iluminación durante muchas horas fue muy dura. Sólo al final de la tarde las luces fueron mucho más matizadas.
Por la mañana, nada más llegar, cogimos una combinación de trenes de cercanías y nos acercamos a Santa Coloma de Cervelló, a la Colonia Güell. Como ya hablé de ella en los enlaces que he puesto al principio, no me enrollaré más. Lo más difícil fue fotografiar el entorno de la Cripta de la Colonia Güell, ya que, por su orientación, estaba su fachada principal totalmente a contraluz, y con un contraste muy fuerte entre sombras y luces. Se hizo lo que se pudo.
El resto del paseo por la colonia fue más tranquilo, y más sencillo fotográficamente hablando, ya que muchas veces los tonos claros de las fachadas de los edificios reflejaban la luz para amortiguar las sombras los edificios de la acera de enfrente. O bien eran las tonos claros de las calzadas los que aliviaban el contraste. Pero aun así, no era el mejor día para la fotografía.
En las horas centrales del día hicimos las compras. Comimos al aire libre en la cafetería del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona CCCB, y nos dimos un pequeño paseo para bajar la comida, que no fue muy copiosa, antes de dirigir nuestros pasos hacia algún lugar con mar para pasar la tarde. Había tiempo hasta las ocho de la tarde, hora a la que salía el tren de vuelta desde la estación de Sants. ¿Para cuando la nueva estación de la Sagrera? Primero dijeron que en 2025, pero ahora dicen que en 2029, “antes de 2030”.
El lugar de costa, agradable para pasear, más accesible desde Barcelona es Sitges. Reconozco que su centro histórico es muy agradable. Y que el callejeo general de la ciudad no está mal. Pero siempre me ha parecido un poquito sobrevalorado. Y es una pena los destrozos que tiene la costa catalana allá donde mires. Donde no hay una playa preparada para una muchedumbre, hay edificaciones horrorosas que han eliminado cualquier encanto que pudiera tener esa costa. Me parecen irónicas, y tristes, las referencias a los hechos y dichos de los pintores modernistas que admiraron el lugar. No creo que hoy en día sucediese tal.
En cualquier caso, tras recorrer un rato la playa de San Sebastián hasta la ermita del mismo nombre, volvimos sobre nuestros pasos para aprovechar el mejor rato de luz en el promontorio donde se encuentra el centro histórico, que realmente es muy agradable y ofrece muchas oportunidades fotográficas. Incluso si llegué un poquito justo de película en el segundo rollo que usé ese día. Sabiendo que me iba a dar pereza poner un tercero, y quizá dejarlo a medias. En fin, en cualquier caso, un buen día desde muchos puntos de vista. Incluido el fotográfico.