Viaje por el lago Constanza con película fotográfica (II)
Leica CL con Summicron-C 40 mm f2 y Kodak Portra 400
Os hablaba hace tres días del viaje de Pascua al lago Constanza desde el punto de vista de la fotografía con película fotográfica tradicional. Ya comenté en esa comunicación las decisiones generales que tomé sobre el equipo digital y sobre el equipo para fotografía con película tradicional que iba a lleva y no me voy a repetir. Hoy voy a comentar las cuestiones generales que me llevaron a llevarme la Leica CL, y al uso de la película Kodak Portra 400.
La Leica CL es una cámara extraña en el catálogo de Leica. Salió al mercado en el año 1973. Es de objetivos intercambiables, con una montura de bayoneta compatible con los objetivos de la serie de telemétricas Leica M. Ella misma una telemétrica con un telémetro razonablemente fiable, aunque por su menor base sea menos preciso que el de sus hermanas mayor. Pero suficiente para los dos objetivos dedicados que se fabricaron, el Leitz Summicron-C 40 mm f2 y el Leitz Elmar-C 90 mm f4. Obsérvese que esa “C” indica que están pensados para su uso con la Leica CL.
Se fabricó en Japón al mismo tiempo que la Leitz Minolta CL, un clon para el mercado asiático. Los japoneses también fabricaron unos Minolta Rokkor equivalentes a los objetivos Leitz. Algunos dicen que con vidrios ópticos distintos, pero en general se considera que tanto las versiones alemanas como las japonesas de estos objetivos son de muy buen calidad. Era más pequeña que las Leica M, más económica, y tenía una ventaja estupenda; incluía un fotómetro que medía la luz a través de la lente, con un tipo de medición selectiva, en un círculo en el centro de la imagen. Muy conveniente.
Debió estar en fabricación unos cinco años. Minolta sacó una derivada, la CLE que estuvo algo más de tiempo. Pero para Leitz Camera supuso un problema… canibalizaba las ventas de las Leica M. Especialmente porque su contemporánea, la Leica M5, que también tenía un sistema de medición de la luz similar, no fue muy popular. Era muy grandota y algo feucha. Y mucho más cara. Por alguna diferencia en la montura, hay quien dice que no conviene usar los objetivos “-C” con las Leica M por imprecisiones en el enfoque, pero yo le he hecho sin problema alguno. El único problema es que las Leica M no tiene marco de encuadre para la focal de 40 mm. Aparece la de 50 mm. Pero eso no me ha impedido usarlo con la M2 o la M6 sin muchos problemas.
Al lago Constanza sólo me llevé el 40 mm. Me la llevé porque lo que me une con el amigo suizo de Kreutzlingen con quien pase buenos ratos en este y en anteriores viajes es nuestra afición a las cámaras mecánicas para película fotográfica tradicional. El fue usando su Leica M6. Aunque la CL lleva fotómetro como he dicho, no lo usé. En origen necesitaba una pila de mercurio para la que existen algunas alternativas hoy en día, pero son un engorro encargarlas y tener un remanente. Por ello, la uso estimando la luz a ojo, o con el pequeño Gossen Digisix, que llevé todos estos días en el bolsillo.
Es una excelente cámara viajera. Con el 40 mm se lleva sin problemas en el bolsillo de una chaqueta o chaquetón. Incluso de un pantalón, si tiene bolsillos profundos como uno de los que me llevé al viaje. El 40 mm ofrece una imagen nítida. Y es una de mis focales preferidas, por encima de la de 35 mm o de 50 mm, más habituales, sitúandose entre ambas.
Los dos primeros días de viaje usé un rollo de Kodak Portra 400, que va muy bien. A un índice de exposición 250. La mayor parte del tiempo estimando la exposición, porque ese día hizo un día claro en el que era fácil prever que la exposición correcta era f11 a 1/250 o 1/500 segundo. Salvo primeros planos, enfoque por zonas o a la hiperfocal, gracias a las escalas de profundidad de campo del objetivo. Fácil. Y el rendimiento de color y la nitidez de la película estupendos. Pero es una película cara. Por eso el resto de rollo eran Kodak Ultra Max 400. En unos días os hablo de ese tema.